sábado, 8 de enero de 2011

La revista "Alfa y Omega" que se publica con el diario ABC,censuró un texto de Fernando López Luengos por denunciar la infiltración de la sociedad secreta El Yunque

Fernando López Luengos es otra de las personas citadas en el artículo de José Luis Barbería del pasado domingo: http://www.elpais.com/articulo/reportajes/secretos/Tea/Party/espanol/elpepusocdmg/20110102elpdmgrep_2/Tes

La revista "Alfa y Omega" es editada por la Fundación San Agustín, del Arzobispado de Madrid.

El propio Fernando López Luengos  denunció esta manipulación y censura de su texto, publicado en junio del 2010. Se puede seguir el texto en el foro de la CTC, pero el texto íntegro del autor es este:
En Rojo están las frases suprimidas por Alfa y Omega.



Comunión para la misión
La conciencia de ser un pueblo con un destino común es una realidad que compartimos muchos de los que participamos, por ejemplo, en aquel encuentro de 1982 con Juan Pablo II en el Bernabeu, o en el Monte del Gozo en 1989, o en Czestochowa en 1991… cientos de miles de jóvenes vivíamos la conciencia de ser un solo pueblo, una fraternidad, una sola familia.
Cuando se inició la movilización contra Educación para la ciudadanía, cientos de padres secundaron los consejos de las asociaciones que denunciamos la intromisión del Gobierno. Aunque había personas de las más dispares procedencias, de fuera y de dentro de la Iglesia, muchos de los ejemplos más heróicos y comprometidos procedían de personas que, sencillamente, respondían a un espíritu de comunión grabado a fuego. Esa comunión suscitaba una confianza firme, surgida en nuestra amistad, desde la fidelidad y la lealtad. En toda España hubo un eco sin precedentes a la totalitaria imposición ideológica del Gobierno.
Del mismo modo que aquellas Jornadas Mundiales de la Juventud supusieron una antes y un después en el sentir de la comunión eclesial de nuestra generación, las movilizaciones ciudadanas recientes (contra el aborto o la Ley de Educación, especialmente) han supuesto un punto de inflexión en la conciencia de misión, de responsabilidad frente a la cuestión política.
Muy recientemente, muchas plataformas de padres objetores se desvinculaban de una de las asociaciones que habían tenido protagonismo en la lucha. El motivo: el quebrantamiento de la confianza y la lealtad entre las personas, que es el criterio irrenunciable del espíritu de comunión. Varios de los miembros directivos de esa asociación de la que se desvincularon pertenecen a una organización que actúa de modo secreto, ocultando sus objetivos y estrategias. En estas movilizaciones a nadie se le pregunta sobre su identidad, pero cuando la pertenencia a una organización que oculta segundas intenciones se pone por encima de la confianza y, en definitiva, de la comunión, se pervierte gravemente nuestra identidad. No es posible la misión sin la comunión. Y ésta no es una conquista de la voluntad, sino un don que recibimos de lo Alto. Por eso, ni el mesianismo político ni el religioso están legitimados para suplantar la libertad de las personas; una libertad que queda restringida cuando se oculta información esencial.
Lo más grande es que cientos de padres siguen luchando y afanándose en dar testimonio de la libertad. Que el error de unos pocos no ha contaminado este grito de libertad, que exige transparencia. Y esto es lo que entiendo han sabido hacer personas como los miembros de esas plataformas: garantizar la transparencia de intenciones a los padres que pusieron su confianza en ellos. La lucha por la libertad no sólo sigue intacta, sino que se siente avivada por nuevos retos, como la Ley del aborto. La intromisión del Gobierno en la educación sexual de los menores exige de nuevo la comunión leal que nos capacita para la misión. Para ello, unos y otros debemos luchar unidos, desde la transparencia.
Fernando López Luengos
Vicepresidente de Educación y Persona

En declaraciones posteriores de Lopez Luengo:

He hablado con el redactor de Alfa y Omega y me ha pedido disculpas por no haberme avisado del recorte: “se decidió en una reunión con otras personas y no tuve tiempo de avisar”, me dijo. Le he hecho saber que no puede poner mi nombre en un artículo en el que se han suprimido ideas esenciales pudiendo entenderse de una manera diferente a mi intención: yo no pretendo decir que deba haber comunión sea como sea (con cualquier método) sino, al contrario, que hay métodos que imposibilitan la comunión. Tampoco pretendo ser ambiguo a la hora de decir quiénes han actuado deslealmente: si los que se han desvinculado de esa asociación que dirigía las plataformas o los mismos miembros de la asociación. Digo claramente que la deslealtad procede de quienes ocultan las estrategias de su organización.