vox.populi.filosofico.googlepages.com/ALVARODELGADO-
Es un auténtico manual de cómo se adoctrina a un miembro, cómo se hace el proselitismo de los jóvenes y cómo debe ser la vida de un yunquista. Reproducimos parcialmente algunos trozos de este manual. Creemos que es preciso "escuchar" entre lineas a los que desean "hacerse oir" para detectar similitudes. Si ese fuera el caso, animamos a los ex-miembros españoles a denunciar a los grupos sectarios, aunque sea anónimamente en páginas como esta:
http://www.redune.org/
Si te animas por lo penal, puedes denunciar en cualquier comisaría o juzgado, alegando el artículo 515 del Código Penal:
Artículo 515.
Son punibles las asociaciones ilícitas, teniendo tal consideración:
- Las que tengan por objeto cometer algún delito o, después de constituidas, promuevan su comisión, así como las que tengan por objeto cometer o promover la comisión de faltas de forma organizada, coordinada y reiterada.
- Las que, aun teniendo por objeto un fin lícito, empleen medios violentos o de alteración o control de la personalidad para su consecución.
- Las organizaciones de carácter paramilitar.
Y un testimonio tomado de
http://imperio-secreto.blogspot.com/2006/05/la-induccin.html
28 mayo 2006
La Inducción
Esta es la historia verdadera de un estudiante de la Universidad Autónoma de Guadalajara al que sólo lo llamaremos el "Estudiante T" para proteger su identidad y resguardar su integridad física así como la integridad y las vidas de sus familiares y de sus seres queridos. Es un estudiante que en su juventud fué escogido para formar parte de esa sociedad secreta que opera en las entrañas de la UAG conocida como "Los Tecos". Está consciente de que si los dueños de la UAG se llegan a enterar de la identidad del que hizo estas revelaciones, la represalia no tardará en llegar en contra de él y en contra de sus seres queridos. Sabe que el revelar estos secretos es castigado con la pena de muerte. Sabe de sobra que la organización en la cual fué enrolado es una organización criminal controlada por gente de lo peor, gente infame que trata de justificar sus crímenes detrás de un catolicismo a ultranza tan falso como la lealtad que en vida mostró Judas Iscariote al Señor Jesús. Sin embargo, algo urgente lo impele a formular estas denuncias y revelaciones al pueblo de México pese al grave riesgo en que está poniendo su propia vida. Quizá porque ha tomado conciencia de que aquello en lo que fué enrolado nunca fué tan solo una simple organización estudiantil creada para proteger los intereses particulares de los dueños de la Autónoma de Guadalajara. Quizá porque tarde, muy tarde, se dió cuenta de que algo mucho más extenso se estaba urdiendo a espaldas del pueblo de México, algo siniestro, algo intrínsecamente perverso que jamás se conformaría con limitar su poderío tras las aulas de ese negocio particular fundado por Antonio Leaño Alvarez del Castillo. Y en tales circunstancias, el callar no solo es un acto de complicidad, sino que convierte al que calla en un sub-humano cuya indiferencia contribuye a entregar el destino de un país entero a gente maligna que sin dar la cara directamente pretende controlar las vidas de los demás moviéndolos como títeres a su antojo.
El Estudiante T fué reclutado por otro estudiante compañero suyo que estuvo preparando el terreno hablándole sobre cosas en las que el Estudiante T parecía estar de acuerdo, tales como el riesgo de que el comunismo en alguna de sus variantes (estalinista, maoísta, etc.) pudiera terminar echando raíces firmes dentro de México convirtiéndolo en una dictadura de corte marxista. Transcurridos algunos meses de estar preparando el terreno, su compañero preguntó si quería formar parte de un grupo estudiantil interesado en preservar a México como Nación independiente, si estaba dispuesto a luchar por el bien de México y de sus compatriotas mexicanos, a lo cual dijo que sí. En realidad, puesto de esa manera, ¿quién hubiera podido negarse?
Al día siguiente, fué citado por su contacto para verse con él por la tarde dentro de un aula vacía de la Autónoma de Guadalajara. Obviamente, para su contacto y quienes estaban detrás de él, sólo las mismas instalaciones de la Autónoma de Guadalajara podían considerarse como el único lugar completamente seguro para lo que se llevaría a cabo. Su contacto llevaba un cuestionario extenso, y eran muchas las hojas del cuestionario que tenía que llenar diligentemente. En la primera hoja de dicho cuestionario, aparecía el encabezado "Cruzada Nacionalista Estudiantil". No pasaría mucho tiempo sin que comprendiera el verdadero significado dado al término "nacionalismo". Era un "nacionalismo" con mucho en común al Nacionalsocialismo de Adolfo Hitler. Era en esencia un Nazismo adaptado a la realidad mexicana. Al final del cuestionario aparecía una advertencia que no se le olvidaría jamás, la advertencia de que si cometía alguna indiscreción o algún acto no autorizado por sus nuevos amos, firmaba con su puño y letra una aceptación suya "caiga sobre mí el castigo del traidor". En todo el tiempo mientras llenaba el cuestionario, su contacto permaneció cuidando la puerta de entrada al salón de clases para asegurarse de que no hubiera algún curioso no invitado.
Al llegar el final del cuestionario, titubeó por algunos momentos antes de poner su firma, y entonces un diluvio de pensamientos cruzaron su mente. Ya otros compañeros suyos de la ciudad de la cual era originario antes de trasladarse a Guadalajara para estudiar en la UAG le habían advertido algo sobre eso que llamaban "Los Tecos", algo imposible de comprobar directamente pero de lo cual se sospechaba. Y se preguntó a sí mismo: ¿Era esta "Cruzada Nacionalista Estudiantil" aquella organización secreta conocida como "Tecos" al servicio de los dueños de la UAG? Si lo era, y si se negaba a poner su firma completando el cuestionario, entonces podía dar por hecho de que sería expulsado de la UAG sin miramientos al día siguiente, porque después de todo al menos su contacto ya había expuesto su identidad como uno de los miembros de la organización, y el solo hecho de haber llegado hasta el punto de haberle entregado este cuestionario había revelado ya mucho, quizá demasiado, sobre los mecanismos de inducción y reclutamiento dentro de esa "Cruzada Nacionalista Estudiantil". Consideró que, a estas alturas, no le quedaba más remedio que seguirles el juego. No le quedaba más remedio que firmar. Lo tenían agarrado del pescuezo.
Pasados unos días, fué citado por su contacto en las afueras de una librería, y una vez que atendió la cita su contacto lo llevó caminando por varias calles siguendo una ruta sin rumbo fijo, errática, a la vez que su contacto se detenía volteando sin cesar de un lado a otro como si estuviese huyendo de la policía por algún crimen que acabado de cometer. Hasta que llegó a lo que parecía ser una casa particular de corte modesto, típica de las muchas casas de corte provinciano que hay en Guadalajara. Su contacto golpeó repetidamente la puerta con una sucesión de golpes espaciados de modo tal que parecía estar dando una contraseña en clave, sin la cual seguramente nadie le abriría la puerta. Al abrirse la puerta, mostrando lo que parecía ser una pequeña antesala de entrada, su contacto le pidió que tomara un asiento en la única silla que había en dicha antesala. Hecho esto, su contacto procedió a vendarle los ojos.
Pasaron unos minutos que parecían interminables. Por fin, fué tomado del brazo por su contacto y fué llevado con los ojos vendados hacia el interior de un cuarto a media luz, en donde se le retiró la venda. Aquí se dió cuenta de que, de hecho, tenía dos acompañantes, uno a cada lado suyo, que portaban unas antorchas encendidas. Al frente había una mesita puesta a manera de escritorio, con dos crucifijos y dos velas encendidas, detrás de la cual estaba sentado uno de los estudiantes de uno de los semestres superiores de la Escuela de Derecho, con un brazalete rojo puesto en su brazo. Había otros estudiantes de varios semestres de pie, algunos de los cuales pudo reconocer de inmediato pese a lo tenue de la luz, estudiantes que nunca se había imaginado que pudieran pertenecer a esta "Cruzada Nacionalista Estudiantil". Después de un ritual ceremonioso en el que se le volvió a extraer un juramento de lealtad, a él mismo se le puso un brazalete blanco como el que portaban los demás compañeros suyos. Obviamente, el color del brazalete y lo adornado que estuviera eran símbolos para el establecimiento de jerarquías. Esta impresionante ceremonia de iniciación, junto con los brazaletes y las antorchas, le trajo a la memoria algo que había visto en algunas películas: ¡las ceremonias y los rituales de reunión de los Nazis de Hitler!
Tras darle la bienvenida al grupo, de inmediato el líder al que todos tenían que rendirle cuentas le pidió que escogiera un seudónimo, el que quisiera. Aquí lo llamaremos "Serpiente" (no es posible aquí proporcionar aquí su verdadero seudónimo, porque esto proporcionaría de inmediato a los dueños de la UAG una manera fácil de identificar al "traidor" que está haciendo aquí todas estas revelaciones al pueblo de México). Se le hizo ver bien claro que por ningún motivo, bajo ninguna circunstancia, le era permitido utilizar su nombre real dentro de las reuniones a las que tenía que asistir puntualmente. Del mismo modo, fuera de las reuniones, por ningún motivo y bajo ninguna circunstancia podía utilizar su seudónimo.
El seudónimo era importante porque en cada una de las reuniones tenía que entregar al líder un reporte escrito, firmado con su seudónimo, reportando todo, ABSOLUTAMENTE TODO lo que pudiera ser de algún interés para la "superioridad". Ya fuese algún descontento estudiantil en contra de algún maestro, cualquier cosa que vieran fuera de la universidad que pudiese afectar los intereses de la UAG, los movimientos y actividades de grupos de izquierda de otras universidades, los comentarios pro-izquierdistas hechos por algún político. Todo, absolutamente todo, tenía que ser presentado en un reporte escrito. "Serpiente" se imaginaba a estas alturas una pequeña biblioteca repleta de información recabada a lo largo de varias décadas a través de todos esos reportes, con informes y comentarios detallados acerca de muchas cosas. Una pequeña biblioteca que podría ser la envidia de varias agencias de inteligencia de varios países.
Aquellos reclutados dentro de esta organización secreta tenían que seguirse reuniendo semanalmente en esa casa particular de Guadalajara de corte modesto, muy posiblemente una de las casas que fueron utilizadas por la sociedad secreta conocida como la "U" fundada en los tiempos de la Guerra Cristera, y antes de llegar al lugar de reunión tenían que estar absolutamente seguros de que no habían sido seguidos por nadie. La membresía en este funesto club así como el lugar de reunión tenían que ser escondidos como un secreto supremo. Todo lo que era discutido en las reuniones también estaba juramentado como un secreto supremo. Esporádicamente, eran visitados en las reuniones por un contacto de orden superior, el cual portaba un brazalete rojo idéntico en todos respectos al brazalete usado por los Názis, excepto que en lugar de la cruz gamada de los Nazis estaba bien dibujada el águila bicéfala con la cual la UAG se simboliza a sí misma.
En las reuniones, el líder se encargaba de que todos se mantuvieran actualizados con el contenido de la propaganda típica de la extrema derecha. Se les obligaba a leer prácticamente todos los libros de Salvador Borrego, tales como "Derrota Mundial" y "América Peligra", así como los libros de Traian Romanescu tales como "La Gran Conspiración Judía" y "Traición a Occidente", los cuales basan sus argumentos en los mismos argumentos utilizados por el genocida Adofo Hitler: "los judíos se están apoderando del mundo urdiendo conspiraciones a espaldas nuestras, y a nosotros nos corresponde detenerlos recurriendo inclusive a lo mismo que lo que ellos están haciendo, a nosotros nos corresponde ganarles la partida". Lo que ninguno de los reclutas sabía era que el rabioso anti-judío Traian Romanescu, lejos de ser el profesor rumano que decía ser, era de hecho uno de los fundadores de la Autónoma de Guadalajara, Carlos Cuesta Gallardo. Lo que tampoco sabía ninguno de los reclutas era que una buena parte de la continuada publicación de los libros del tal "Traian Romanescu" así como las numerosas ediciones de los libros de línea dura radical de Salvador Borrego eran de hecho financiadas tras bambalinas por la Autónoma de Guadalajara. Todo partía de allí. Todo partía de la ciudad de Guadalajara hacia el resto de México y de Latinoamérica.
El paso del tiempo naturalmente dió lugar a la reflexión, y el Estudiante T, ahora "Serpiente", sentía algo andaba fundamentalmente mal en lo que le estaba sucediendo. Después de todo, sus padres con grandes sacrificios lo habían enviado de la provincia no a andarse fanatizando con la ideología de la extrema derecha sino a estudiar para culminar con una carrera profesional. En cierto sentido, la Universidad Autónoma de Guadalajara había traicionado cruelmente a los padres de este estudiante (y de muchos otros), esos padres de familia que confiaron ingenuamente en esta institución educativa para entregarle el porvenir de su hijo sin imaginar la realidad de lo que allí ocurría. Los padres del Estudiante T trabajaban ya bastante duro para poder costearle sus estudios y su manutención en Guadalajara, y pese a ello él estaba desviando el tiempo que debería dedicarle a sus estudios para andar trabajando también muy duro sin recibir remuneración alguna en actividades que no tenían absolutamente nada que ver con su carrera profesional.
Y esto último era quizá lo peor de todo. Se había convertido en un delator de sus propios compañeros. Inclusive se esperaba que fuera un delator de sus propios familiares, lo único que debía de importarle era la "causa" para la que estaba trabajando, lo único que le debía de importar eran los intereses de los dueños de la Autónoma de Guadalajara. Todo lo demás salía sobrando. Lo estaban convirtiendo en un traidor, en un esquirol, y todo a cambio de nada. Absolutamente de nada. Porque al fin y al cabo, las leyendas según las cuales quienes pasaban a formar parte de la organización estudiantil Tecos eran favorecidos por sus maestros en caso de tener problemas con alguna materia, las leyendas de que se les hacían descuentos especiales en sus colegiaturas, las leyendas de que recibían alguna remuneración en efectivo a cambio de lo que estaban haciendo, eran simplemente eso, puras leyendas. Lo único que no era una leyenda era la leyenda negra que pesaba sobre la Autónoma de Guadalajara, y esto era algo de lo que él ya era testigo presencial directo. Los dueños de la UAG le pedían todo a cambio de nada.